Uno de los episodios más acertados e ilustrativos de la forma de narrar cervantina es el de Gines de Pasamonte.
Amo y escudero toparán con una comitiva de condenados a galeras que caminan encadenados y custodiados. Don Quijote se informa de su situación y entre ellos destaca Ginés de Pasamonte, el más cargado de delitos y penas. Cuenta Ginés que escribe un libro sobre su vida que supera en calidad a Lázaro de Tormes y a cuantos sobre el género picaresco se han escrito. Don Quijote se enfada con el comisario que los guiaba y los galeotes aprovechan la ocasión para golpear a sus guardianes y escapar arrojando piedras a Don Quijote.
El episodio parece arrancado de una novela picaresca como Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán o El Buscón de Quevedo (véase págs. 322-323). Los personajes son delincuentes, emplean voces de germanía o jerga de maleantes y Don Quijote contrasta su idealismo ante tal realidad. Nuevamente el perspectivismo con el que Cervantes afronta su narrativa: la realidad cotidiana de la que se nutre la narrativa picaresca (gentes de mal vivir) rota por el idealismo de un género literario, el de las caballerías, que nadie entiende ya en el XVII.


Resume la historia que ocurre en los capítulos XXII de la 1ª parte y en los capítulos XXV y XXVI de la 2ª parte.
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